lunes, 30 de julio de 2012

Pillos


Sombras pequeñas se asomaron por un mueble.
Al llegar al borde las siluetas fueron visibles, pero no antes los ojos del chico que observaba la televisión lateadamente.
Cada cinco minutos iba cambiando canales pero  no se quedaba más tiempo que ese pendiente de algún programa en particular. Dejó el control a un lado del sofá y se estiró antes de pararse a buscar una taza de café. La calefacción estaba en mal estado y ya era otoño, por lo que necesitaba entrar en calor y hacer ejercicio no era una opción.
Una vez de vuelta a su sitio favorito -el sofá regalón- se dispuso a tomar el control, pero este había desaparecido como por arte de magia. Miró a su alrededor pero no lo encontró con la vista así que tuvo que levantarse de malas ganas, dejar la taza sobre la mesita frente a él y volver a buscarlo, está vez levantando cojines, mirando en el piso y alrededor del sofá. Nada.
-Pero dónde chucha te metiste -Habló en voz alta, perdiendo un poco de paciencia.
Se agachó de rodillas para mirar bajo la mesita, tampoco lo encontró. Se paró y puso sus brazos en jarra, ahora sí estaba super enojado. Maldijo unas cuantas veces más mientras seguía buscando el maldito control que se había esfumado, pero no lo encontró. Lo peor de todo era que él quería cambiar de canal ahora que la televisión seguía pasando más y más comerciales.
Cansado y a punto de darse golpes en la cabeza intentando recordar dónde había visto el control por última vez, volvió a sentarse en el sofá dando un sonoro suspiro de frustración.
-A ver... si cuando fui por el café el control de mierda estaba aquí... -Se dijo apuntando con una mano junto a él. Entonces casi se cae de la impresión, a pesar de estar sentado.
El control estaba ahí, justo donde recordaba haberlo visto por última vez.
-¿Pero cómo?
Era extraño. Pasó la vista mil veces por ese lugar mientras lo buscaba y ahora allí estaba, como brillando ante sus ojos. Se dijo que de tener vida le estaría sonriendo con maldad por haber causado un esfuerzo innecesario.
Aún sin poder creérselo agarró con fuerza el control y se sentó. Cambió de canales hasta que llegó al CDF. Todo el rato que estuvo viendo tele mantuvo el control sobre una pierna y con la mano encima por si acaso y, en la otra, su café que al fin pudo degustar tranquilo.

Las dos siluetas pasaron corriendo desde el sofá hasta el mueble. Sus diminutos pies hacían el menor ruido, por eso les era tan fácil pasar desapercibidos sin que el ojo humano los divisara siquiera. Eso y un toque de magia.
Tan pronto estuvieron ocultos detrás del mueble se miraron riendo por lo bajo, tapando sus pequeñas bocas con sus manitos. Luego, desaparecieron porque ya era hora de volver a su mundo.
Malos o buenos, juzgue usted.

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